YO, NO JUEGO, Y NO QUIERO NI DEBO PAGAR

España, convertida en casino, vive una crisis financiera de origen diferente de la americana pero de iguales consecuencias. La banca se sentó en la mesa financiera, esta mesa tenía dos patas, una era el gobierno que actuaba como crupier, y la otra pata era el sector bancario. La banca abre juego pidiendo ayuda por su grave falta de liquidez, y aporta las siguientes razones: “A pesar de que anualmente hemos mantenido cotas multimillonarias de beneficios, nos encontramos con una falta de liquidez que pone en peligro los saldos de ahorro de nuestros clientes e incluso los créditos a la industria y comercio para financiar su circulante, lo cual llevaría a situaciones muy próximas a la crisis del 29".

El gobierno debe estar orgulloso del sistema bancario español dado que los sistemas de control y regulación de depósitos del Banco de España son ejemplares en el mundo entero, y siguiendo sus directrices solamente el BBVA, el Santander y otras pocas entidades bancarias se han pillado los dedos comprando las sub-prime americanas, pero son pocos los miles de millones que por este concepto le pedimos ayuda. El problema más importante está en que durante estos diez últimos años hemos concedido hipotecas para la compra de vivienda sobre valorada respecto su valor real y concedido créditos a la construcción de viviendas que ahora no pueden realizar. El valor de la deuda hipotecaria de las familias asciende a seiscientos mil millones de euros y el plazo medio actual de las hipotecas es de veintisiete años aunque lo estuvo en cuarenta y tantos años. El valor de los créditos concedidos a la construcción alcanzan los cuatrocientos cincuenta mil millones de euros. Estas masas ingentes de créditos especulativos concedidos y que nos producen jugosos beneficios, ahora, por la deficiente estructura productiva española, nos supone un ahogo financiero, habida cuenta de que la tradicional financiación interbancaria que encontrábamos en el extranjero no la podemos obtener por culpa de las sub-prime”. El crupier, oídos los razonamientos de la banca, se llena de orgullo y va a la reunión internacional del G-20 en Londres proponiendo el sistema regulatorio español como la solución al problema de las crisis futuras, y además, atiende a los requerimientos de la banca creando un déficit presupuestario multimillonario de euros que la ciudadanía actual y sus descendientes deberán pagar. Así termina la partida en la mesa financiera, y rápidamente el crupier se va a seguir jugando en la mesa de lo social. La mesa de lo social tiene tres patas, el gobierno representado por el crupier abre juego trasladando a ésta mesa el pufo presupuestario de la mesa financiera y pidiendo a las otras dos patas que se pongan de acuerdo para pagar el pufo que él por su parte ya subirá los impuestos. La segunda pata representada por la patronal dice que bastantes problemas tiene su sector y que bueno sería recortar las prestaciones sociales y modificar la legislación laboral. La tercera pata representada por los sindicatos como fuerza de la mansedumbre lanar, no sabe qué decir. Ante la falta de acuerdo el crupier suspende hasta nueva fecha la reunión, prometiendo endurecer el impuesto de sociedades. Entiendo que lo razonable sería nacionalizar la banca que necesite ayuda financiera porque de no dársela desaparecería, y por ello, los propietarios del banco perderían la propiedad del mismo sin contraprestación alguna, y sus gestores pasarían por un tribunal de justicia. Así se salvan los depósitos de ahorro de la población y, el crédito quedaría consecuentemente nacionalizado, se evitaba el déficit presupuestario. Con estas medidas se continúa dentro de un sistema capitalista de propiedad privada y de mercado libre, por ello, los problemas de la mala estructura productiva seguirían esperando su arreglo, pero yo no pagaría un duro por la falta de liquidez de la banca. Esta solución parece escandalosa, pero menos que la de pagar nosotros y nuestros hijos la ayuda a la banca.
2009

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